Tras una época de expansión de los presupuestos para investigación y de aumento de personal en universidades y centros públicos de I+D, desde 2009 vivimos sucesivos recortes presupuestarios, congelación de plantillas e incertidumbres sobre el futuro de los investigadores temporales. En investigación es importante evitar daños irreversibles y, ahora, hacer reformas estructurales que mejoren los incentivos de los actores y la capacidad de respuesta ante la crisis. Si no queremos seguir siendo -casi- irrelevantes, con los efectos negativos que ello tiene para la innovación y el crecimiento económico, son necesarias instituciones fuertes, con flexibilidad de gestión y capacidad de adaptarse al entorno. Y también financiación suficiente.
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